VOCO Dental Aid

Madagascar: Intervención en niños, conductores de tuk tuk y una pequeña celebridad

Un testimonio de Ann-Katrin Muchow y Roland Krause (Universidad de Tubinga)

Un testimonio de Ann-Katrin Muchow y Roland Krause (Universidad de Tubinga)

Nuestros preparativos para las prácticas clínicas comenzaron en otoño de 2018, casi un año antes de la partida. Los motivos para elegir Madagascar fueron, entre otros, la organización y la persona de contacto local, la seguridad y el deseo de viajar a un país africano y prestar ayuda allí. En los meses siguientes tuvimos que resolver unos cuantos asuntos: reservar los vuelos, solicitar el visado y la subvención de los gastos de viaje, vacunarnos, recoger donaciones, etc.

 

Y por fin llegó el día. Aterrizamos en la capital, Antananarivo, donde fuimos muy bien recibidos por nuestra persona de contacto, Sylvie, y los dos estudiantes de odontología de Viena que nos acompañarían durante las siguientes semanas. Pasamos una noche en la ciudad y al día siguiente fuimos a la escuela de DMG en Miarinarivo. Teniendo en cuenta que nuestra estancia allí sería breve, nuestro principal objetivo era el tratamiento de niños con dolor de dientes. Los tratamientos infantiles supusieron un reto y una experiencia hermosa y muy instructiva para todos nosotros. Tras una cálida despedida volvimos a Antananarivo, desde donde volamos al día siguiente hacia el sur, a Fort Dauphin/Tôlanaro. En el aeropuerto, nuestra persona de contacto, Maria, nos recogió y nos llevó al colegio St. Vincentienne de Marillac. Instalamos nuestro «consultorio de odontología» en un edificio separado con el equipamiento proporcionado por Dental Volunteers y con la gran ayuda del padre Pierrot y de los padres lazaristas. Allí realizábamos los tratamientos en equipos de dos.

 

Nuestras tareas principales eran las obturaciones y las extracciones, así como la instrucción sobre higiene bucal. Sin duda fue una ventaja que dos miembros del equipo hablaran bien francés y pudieran comunicarse sin problema tanto con los religiosos como con algunos pacientes. Así, en las comidas que compartíamos cada día, además de tratar diversas cuestiones prácticas (como, p. ej., preguntar por espejos de mano, almohadas o electricidad) solicitamos que un intérprete nos ayudara a ampliar nuestros conocimientos de malgache.

 

Durante nuestra estancia en la escuela de Marillac tuvimos también la oportunidad de vivir otras dos experiencias que sin duda recordaremos muy gratamente.

Por un lado, tratamos durante tres días en Manambaro (a una hora de distancia), el hogar de madame Fleur, cuyo nombre aparece a menudo en las intervenciones de Dental Volunteers. ¡Y con razón! Nos recibió con gran alegría, con el almuerzo ya cocinándose en el fuego y la mesa puesta en su hermoso jardín, y demostró sus dotes organizativas con una lista de varias páginas de pacientes y la forma de coordinarlos. Algunos de los pacientes habían viajado desde muy lejos y estaban sentados en fila en los pupitres ubicados detrás de su casa. Fleur los fue llamando uno por uno y nos ayudó asumiendo el papel de intérprete. Habla con fluidez inglés, francés y malgache.

 

Por otra parte, organizamos un taller de técnica dental, al que asistieron un total de siete odontólogos malgaches. Así, por ejemplo, tras un tratamiento de extracción previo, fabricamos una prótesis con anclaje para tratar los espacios edéntulos anteriores y posteriores de un conductor de tuk tuk. Los odontólogos se mostraron particularmente interesados por el proceso de trabajo y el pulido de la prótesis.

 

Después de varias semanas tratando a pacientes agradecidos, finalmente abandonamos nuestro «consultorio odontológico» y nuestros dormitorios y nos despedimos con cierta tristeza de todos los amables voluntarios que nos habían acompañado durante nuestra estancia en Marillac. A continuación, aprovechamos el viaje de vuelta a la capital para hacer algunas escalas y conocer un poco mejor Madagascar.

 

Nos gustaría aprovechar esta oportunidad para darles las gracias a todos los que nos apoyaron y contribuyeron a nuestro proyecto con donaciones de material. En este sentido, queremos hacer llegar un profundo agradecimiento a la empresa VOCO, de Cuxhaven.